domingo, 12 de febrero de 2017

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 Las 10 películas imprescindibles para entender el terror contemporáneo.

Para entender el cine de terror contemporáneo es imprescindible hacer repaso por la tradición de este género. Porque, el horror es uno de los aspectos menos valorados, pero a la vez uno de los más complejos del cine actual.

¿Cómo podríamos darnos miedo cuando ya lo hemos visto todo? Esta cuestión es una de las principales preguntas que se hacen los directores en esta sociedad hiperrealista y cauterizada después de tantos siglos de barbaries. 


  •          NOSFERATU. (F.W Murnau, 1922)

En el año 1922 el señor Murnau ya estaba dando lecciones de cómo se hace cine con esta película que cuenta la historia de un joven matrimonio que es engañado por el Conde Orlock.

Podría contar de qué trata la película, de su luz, de su estructura o de su narración. Pero, ¿existe algo más icónico que la figura del Conde Orlock subiendo las escaleras o apareciendo en el marco de la puerta perfectamente delimitado? Sin duda, este film es maravilloso por todos los aspectos que la componen, pero lo que marca que una película de terror haga historia es su villano y este villano se ha impuesto a la historia y al tempo. 



  •            PSYCHO (Alfred Hitchcock, 1960)

Este gigante de la historia del cine es ni más ni menos que el antecedente puro del slasher (subgénero de terror que define el tipo de historia típica de psicópata que asesina adolescentes, mujeres, o lo que se le ponga por delante) La edad de oro de este género comenzó allá por los 80 y fue protagonizada por genios como Carpenter, Cunningham o Wes Craven; pero es más que evidente que su cine bebe de la tradición impuesta con un puñetazo en la mesa por Hitchcock.

Lo mejor de Psycho es que genera intriga a partir de una historia que gira sobre sí misma. Es la madre de todas esas películas (y series) que se basan en el cuestionamiento continuo de ¿Who done it? (Whodunit?) Y no sólo eso, sino que la innovación que supuso en su momento marcó un antes y un después ante la forma de narrar, no sólo las películas de terror, sino muchas otras que se generaron después. Psycho es para el cine lo que el Renacimiento para el arte. Un gigante incuestionable. 



  •          THE SHINING (Stanley Kubrick, 1980)

A nivel personal, esta es probablemente una de mis películas preferidas. El terror psicológico llevado a extremos insospechados durante una época en la que triunfaba la sangre, las vísceras y los excesos.

Mientras los directores del slasher se centraban en la noble causa de asesinar adolescentes que pierden la virginidad (que me encanta), un genio llamado Kubrick creaba la historia ambientada en el Hotel Overlook durante la temporada de invierno donde un escritor ex alcohólico pierde el norte e intenta asesinar a su familia.

La historia se va desenvolviendo de forma escalonada dividida por días, cortes que fue decidiendo el director según convenía. Un telón que va bajando a medida que avanza el film para crear situaciones que son más tenebrosas e inquietante que las anteriores. Kubrick se cubre las espaldas con la actuación brillante de Jack Nicholson y con su ya conocido dominio de la simetría en las escenas. Así, crea una de las películas más inquietantes y valoradas de la historia del cine, y más todavía del cine de terror. 



  •          BRAM STOKER’S DRACULA (Francis Ford Coppola, 1992)

Bañada en una ambientación neogótica y con una estética muy propia de los cuentos medievales Francis Ford Coppola crea este film a medio camino entre el amor y el terror, los dos sentimientos propios de los espíritus torturados.

Hay que destacar que la figura del vampiro siempre estuvo impregnada de sensualidad y erotismo por su manera de atacar (cuerpo a cuerpo, boca y cuello) que más que un ataque puede parecer un acto sexual. Coppola va un paso más allá e introduce escenas directamente eróticas y adúlteras entre los personajes que oscilan entre lo sexual y lo terrorífico juntando aspectos de guión y de estética en contrapunto.

Más allá de lo brillante del guión, Coppola le da mucha importancia a la historia y la ambientación e incluso introduce guiños al cine primitivo y a la novela gótica inglesa, influencia de la que bebió Guillermo del Toro en sus obras, pero en especial en Crimson Peak


  •        THE EXORCIST (William Friedkin, 1973)

Esta película cumple dos funciones básicas en relación con el terror contemporáneo. Por una parte es demiurgo (padre y madre a la vez)  y por otra es el culmen del cine como evasión y entretenimiento.

Es padre y madre a la vez de lo que luego se convertiría en un subgénero propio, los exorcismos. La invasión de lo más propio, tu cuerpo, para convertirlo en el refugio del mal. Esta película es tan rompedora que ni si quiera parece del 73. Friedkin no se corta un pelo a la hora de desdulcificar a la pura y bella Regan para convertirla en objeto de perversión, locura y posesión. No tiene pelos en la lengua, y Regan tampoco. No duda en hacerla vomitar verde, girarle la cabeza 360º, hacerle dudar a una figura del señor (el cura) mediante la insinuación sexual y gritar frases blasfemas que desde luego no pudieron gustar mucho a la iglesia como institución en los años que corrían.

Es salvaje, es loca, es casi casi gore y por lo tanto es el entretenimiento puro, a medio camino entre la risa y el pavor ante la posibilidad de que te pase a ti lo que le pasa a esa pobre niña.


Ahora sí y llegados al ecuador de la lista, abandonamos los clásicos para entrar en el círculo vicioso del mal contemporáneo. ¿Cuáles son los métodos para asustar a esta generación ya vacía de pavor?
pavor?


  •       A NIGHTMARE ON ELM STREET (Wes Craven, 1984)

Por fecha, esta película debería estar en la primera parte de la lista. Pero, no es tanto los años en la que fue creada, sino lo que significó para años posteriores.

El genio del mal, de los gritos y los llantos (Craven) en un momento de locura, creó uno de los villanos más complejos, locos y estéticamente abrumadores del terror contemporáneo. Hablamos del señor Freddy Krueger, el primer asesino del que ni te planteas escapar, porque básicamente no puedes. El surrealismo de este personaje es tal que utiliza el medio onírico para matar a sus víctimas (como no, adolescentes) y aunque es un slasher en plena época dorada del slasher, éste es diferente.

Wes Craven crea un personaje malvado, violador, torturador, asesino, repugnante y carismático. Tiene tanto de esto último, que por momentos lo que deseas es que triunfe el mal. Le pone tanto interés y tanta creatividad a su asesino, que los demás asesinos famosos (Jason Vorhees, Michael Myers y Leatherface) se quedan muy atrás al lado de Freddy. Y es que el maestro de las cuchillas y dueño de tus pesadillas habla (cosa que los demás no hacen) y es eral, tan real que se pone a la altura del espectador y le respira en su cara mientras se ríe de él. 


  •     THE BLAIR WITCH PROJECT (Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, 1999)


Hay que decir que dudé mucho en esta película, porque en sí, no me parece brillante. Pero como estamos hablando de nuevos lenguajes y nuevos conceptos que se introdujeron en la forma de narrar cine de terror pues habría que meter a la madre del metraje encontrado.

El metraje encontrado o found footage fue uno de los métodos narrativos que se colaron en el nuevo milenio porque ofrecía la posibilidad de contar una historia basada en la confusión con un método de muy bajo presupuesto. El hecho de que tenga aspecto de película casera, hace que el espectador se plantee desde un primer momento si lo que ve es verdad o una trágica mentira. Duda de la posibilidad de que tras las imágenes se encuentre la realidad y de que esté viendo a alguien que a día de hoy está muerto. Eso en sí ya es un concepto oscuro, novedoso y por supuesto, terrorífico.

La nueva estética efectista basada en golpes de realidad y que además giraba en torno al morbo de la posibilidad de una historia real hizo que la película literalmente arrasara y se convirtiera en película de culto para todos los jóvenes amantes del terror del reciente entrado siglo XXI.  Al final, no vemos un alarde cinematográfico, pero sí vemos una acción profética de lo que luego sería el terror internauta y de youtube. 



  •       SCREAM (Wes Craven y Kevin Williamson, 1996)

Ya estoy escuchando detrás de mí a la gente que esta película no le parece de terror diciendo cosas como: A mí más que miedo me hizo gracia.

Pues es que Scream es una especie de reinvención del género slasher cuando éste ya moría entre sollozos y críticas a las sagas interminables y cada vez más absurdas.
Esta película significó un soplo de aire fresco para el Whodunit? Y se proclamó como símbolo del asesino enmascarado. La historia, cargada de autoreferencias, críticas, sátiras y burlas inventó un nuevo estilo de contar cuentos de terror de adolescentes que mueren acuchillados en una fiesta (Esto fue gracias al guión de Kevin Williamson, el único que fue capaz de ver una luz en el callejón sin salida del terror slasher). Es casi una obra de metacine en la que todo el universo que gira en torno a la ciudad de Woodsboro parece retroalimentarse icónicamente a la par que de manera ilógica.

Los personajes de esta saga ni sienten ni padecen, son los únicos capaces de gastar bromas pesadas y macabras sobre el asesinato de sus compañeros de instituto y vivir tan tranquilos como si nada estuviera sucediendo. 



  •      FUNNY GAMES (Michael Haneke, 1997)

En el cielo hay un lugar reservado para este creador austríaco. Ya no sólo por escribir y dirigir Funny Games que me encanta y me perturba al mismo tiempo, sino por todo lo que hace. Su estilo es impenetrable, contemporáneo, oscuro y sorprendente.

El lenguaje narrativo de esta película representa casi a la perfección lo que nos hace sentirnos confusos a los ciudadanos del siglo XXI. ¿Qué estamos viendo? ¿Eso que escucho es mi risa ante una situación terrible? En esta película, que no pretende en ningún momento fingir que es real, vemos como los asesinos  no llegan a dar nunca una explicación. Vemos como el mundo que observamos, es un pequeño fragmento del poder del autor sobre los personajes. Si yo digo que mueres, mueres, y no va a vencer nunca el bien. Aquí no hay heroísmos. Lo que vemos es un universo en el que Haneke rompe la distancia con el público, la desploma desde el primer momento y a partir de ahí, empieza el juego. Juego que llega incluso a manipular la realidad temporal, llega a girar la historia y la convierte en una obra teatral plagada de locuras.

Jugamos con los límites de la realidad, y el director se molesta en explicarlo en la reflexión final sobre esta cuestión. Hablamos de una reflexión platónica de la verdad, de la existencia de dos mundos. “La ficción es realidad, porque también se ve”.



  •             THE WITCH (Robert Eggers, 2015)

Este es el resultado, a lo que hemos llegado. El lenguaje del terror, es uno de los que más ha evolucionado, por el mero hecho de que es un género muy antiguo y con mucha historia.

En The Witch vemos como hemos llegado a un lenguaje tenebroso, cargado de metáforas en el que para causar pavor, no es necesaria la sangre sino el poder y fuerza narrativa a través de la imagen y el significado visual que penetre en el espectador y lo desoriente para que se pregunte ¿Qué está pasando? ¿Esto podría pasarme a mí?



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