miércoles, 21 de diciembre de 2016

The Handmaiden. El lirismo de Park Chan-wook.


Esta es sencillamente mi película favorita de este año. El brillante creador de Old Boy y Stoker (sus dos películas más destacadas) nos deja este año un film, que más que film es un regalo.

The Handmaiden es una historia de amor, traición y deseo ambientada en la Corea de los 30, durante la ocupación japonesa. Sooke es contratada como criada/doncella de una joven (Hideko) que vive recluida en una mansión bajo la tiranía de un villano y sus constantes fetichismos.

Esta película está narrada a modo de cuento japonés, con una influencia de Rashomon más que obvia (que si no la habéis visto os recomiendo que lo hagáis en cuanto podáis) pero profundizando en los personajes de una manera encantadora y bella, hasta el punto de que empatizas y odias a cada uno de ellos en algún punto del visionado.

Yo me declaro fan indiscutible de la estética oriental, sobre todo de la japonesa, por su pureza, por sus colores que dicen tanto diciendo muy poco, su relación con la naturaleza y por su indiscutible poder visual. Por ello, quizás no sea muy objetiva e imparcial, pido disculpas de antemano pero es que Park Chan- Wook es un genio. Ya en Old Boy me quedé enamorada de su léxico y su lirismo, en Stoker volví a sentir un apretón en el pecho y una revuelta de mi conciencia pero en The Handmaiden me he vuelto loca de amor.

Y es que en esta película, hay escenas llenas de erotismo, sin ninguna pretensión sexual, sino sensual (términos que nunca hay que confundir)  repletos de poética, y con vacío en los silencios propios del mismísimo John Cage. En un alarde de unión de la cultura occidental y oriental, que se daba en las obras de los filósofos de Kioto, el señor Park Chan-Wook consigue ponernos a todos de acuerdo empleando la estética, el diálogo y los amores prohibidos. El amor prohibido que no sólo radica en la SPOILER homosexualidad, sino en todas las traiciones y amoríos que se establecen en el argumento como hilos conductores, lo prohibido como liet-motiv.


El dinero no lo puede todo, es el amor el que siempre triunfa. Las relaciones humanas extremas, con un amor propio de El Imperio de los Sentidos que cobra sentido gracias a la pasión, gracias al fetichismo y la muerte. Cargada de texturas, de tempo y fluidez. Se establece un diálogo, entre Hideko y Sooke con la flor del cerezo, con el árbol mismo que florece una vez y muere. Las texturas de las que hablaba son frías o cálidas, incluso a veces parecen luchar entre ellas. 

Esta película nos regala escenas y momentos únicos e irrepetibles dejando constancia de que Park Chan-Wook es, en definitiva, uno de los mejores directores en activo. Escenas de las lecturas de Hideko a los hombres, escenas como la de la bañera y el famoso diente que le lima Sooko. Sinceramente maravillosa en sus diálogos, en su estética y en su forma y tiempo. Ejemplo vivo de cómo se hace cine, de como este arte ha llegado a ser el séptimo. Sublime. 

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